Cuando la vi parada ahí pensé que era demasiado buena para ser verdad. Querés saber un secreto?, le dije. “Quiero ser tu hombre”. Lucy sonrió.
Debí haberlo sabido mejor. “No me podés comprar, amor”, me respondió. “Decime por qué!”, le supliqué… No dijo nada y siguió su camino…
“No me podés hacer esto”, le grité mientras desaparecía por el largo y tortuoso camino.” Y volveré!” No hubo respuesta. “Soy un perdedor, eso soy”.
Seguiré el sol ocho días a la semana y sólo escucharé palabras de amor… Necesito ayuda! “Tenés que esconder tu amor”, me dice otra chica. “Vas a perder a esa chica… actúa naturalmente; sólo es amor… Vamos, maneja mi auto”, me dice y me entrega unas llaves. “Piensa por ti mismo!”, me dice dándome un golpecito en la cabeza. Su nombre es Michelle. “Te quiero decir que te voy a tener que meter en mi vida”, y me besa. Mañana no se sabe. La beso. Y Lucy? Quizás esté en el cielo con diamantes.
Me estoy sintiendo mejor. Siento que estoy arreglando un agujero. “Buen día, buen día!”, me despierta al otro día. No recuerdo nada de ayer. Quizás así sea mejor. Qué es un día en la vida?
La felicidad es un arma tibia. Estoy tan cansado de todo esto.” Llora bebé llora”, me dice y me aprieta contra su pecho. “Todo lo que necesitas es amor”, dice mientras me pasa su mano por la mejilla.
Hay algo en ella, algo en la forma en que se mueve que hace que me atraiga más que cualquier otra amante. “Oh querida!, Porque…” me tapa la boca con su mano y me dice “te quiero; déjalo ser”. Tengo un presentimiento: y si fuera ella? “Gracias, nena”, le digo.
“Ella te ama”, me dice. “Qué?”, pregunto sorprendido. “Lucy. Lucy te ama”. “Andá a buscarla”. “Me siento mal”, le digo. “Ya lo vamos a mejorar”. Me besa. Afuera hay lluvia. “No me decepciones”, me dice. “Y vos?”, le pregunto. “Algún otro chico…”, me dice besándome en los labios. “Está bien, andá”.
Me voy a sentar ahora mismo y voy a llorar. Llorando, esperando, teniendo esperanza. La veo a Lucy. Conocerla es quererla. Tengo lágrimas solitarias en mis ojos. “Qué te pasa?”, me pregunta. “Nada. Sólo que no entiendo”, le digo. “Pero cómo así?” “Me olvidé de recordar cómo olvidar. Tengo que encontrar a mi chica.” Me seca una lágrima y me dice: “Oh, mi alma. No cambies nunca. Acá estoy. Hey, Jude, yo soy tu chica.”
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