sábado, 7 de mayo de 2011

A través del universo

Cuando la vi parada ahí pensé que era demasiado buena para ser verdad. Querés saber un secreto?, le dije. “Quiero ser tu hombre”. Lucy sonrió.
Debí haberlo sabido mejor. “No me podés comprar, amor”, me respondió. “Decime por qué!”, le supliqué… No dijo nada y siguió su camino…
 “No me podés hacer esto”, le grité mientras desaparecía por el largo y tortuoso camino.” Y volveré!” No hubo respuesta. “Soy un perdedor, eso soy”.
Seguiré el sol ocho días a la semana y sólo escucharé palabras de amor…  Necesito ayuda! “Tenés que esconder tu amor”, me dice otra chica. “Vas a perder a esa chica… actúa naturalmente; sólo es amor… Vamos, maneja mi auto”, me dice y me entrega unas llaves.
“Piensa por ti mismo!”, me dice dándome un golpecito en la cabeza. Su nombre es Michelle. “Te quiero decir que te voy a tener que meter en mi vida”, y me besa. Mañana no se sabe. La beso. Y Lucy? Quizás esté en el cielo con diamantes.
Me estoy sintiendo mejor. Siento que estoy arreglando un agujero. “Buen día, buen día!”, me despierta al otro día. No recuerdo nada de ayer. Quizás así sea mejor. Qué es un día en la vida?
La felicidad es un arma tibia. Estoy tan cansado de todo esto.” Llora bebé llora”, me dice y me aprieta contra su pecho. “Todo lo que necesitas es amor”, dice mientras me pasa su mano por la mejilla.
Hay algo en ella, algo en la forma en que se mueve que hace que me atraiga más que cualquier otra amante. “Oh querida!, Porque…” me tapa la boca con su mano y me dice “te quiero; déjalo ser”.  Tengo un presentimiento: y si fuera ella? “Gracias, nena”, le digo.
“Ella te ama”, me dice. “Qué?”, pregunto sorprendido. “Lucy. Lucy te ama”. “Andá a buscarla”. “Me siento mal”, le digo. “Ya lo vamos a mejorar”. Me besa. Afuera hay lluvia. “No me decepciones”, me dice.  “Y vos?”, le pregunto. “Algún otro chico…”, me dice besándome en los labios. “Está bien, andá”.
Me voy a sentar ahora mismo y voy a llorar. Llorando, esperando, teniendo esperanza. La veo a Lucy. Conocerla es quererla. Tengo lágrimas solitarias en mis ojos. “Qué te pasa?”, me pregunta. “Nada. Sólo que no entiendo”, le digo. “Pero cómo así?” “Me olvidé de recordar cómo olvidar. Tengo que encontrar a mi chica.” Me seca una lágrima y me dice: “Oh, mi alma. No cambies nunca. Acá estoy. Hey, Jude, yo soy tu chica.”

Yo no me vuelvo a enamorar

Yo no me vuelvo a enamorar. Lo había decidido no ya resignada, sino con la convicción de quién sabe exactamente de lo que habla. Yo ya lo sabía, lo había experimentado ya cuántas veces?  Ya sabía de qué se trataba, ya me había peleado, reconciliado, hecho amiga de mis ex, amante de mis ex y yo qué sé cuántos tipos de relación había experimentado ya.
No era ese pensamiento absurdo de algunas mujeres de “ya no hay hombres” o “todos están comprometidos, casados o algo” o “todos forman parte de un todo en el que no hay intervención posible de mi parte”, como si ese “todos” fuera una sola figura mitológica con varios ojos y cabezas de la que nos volvíamos una y otra vez a decepcionar.
No, no era eso. Sólo era un convencimiento profundo de que yo sola podía contra el mundo. Más que nada era el cansancio que me provocaba una y otra vez conocer a alguien y una y otra vez repetir la misma historia. Era eso. Puro aburrimiento. Y yo me divertía muy bien solita.
Era ni más ni menos que una declaración de principios. Ya no más primeras citas, ni segundas; claro que si no hay primeras no habrá segundas pero en ese momento no lo pensé. 
Mientras me tomaba un mate con miel me sonó el teléfono. En algunos momentos de mi vida eso me hubiera puesto contenta. Esta vez me resultó una interrupción algo molesta a mis pensamientos y a mi mate.
Ah! Ufff otra vez ese pesado con el que tuve una de esas primeras citas de las que no quería volver a tener. Parece que quería una segunda… ah de esas tampoco quería…  Igual este era uno más de esos locos que conocí por internet, o en la calle, o en una fiesta, todos eran lo mismo, no importaba demasiado dónde… igualmente siempre conocía todos locos y todos conflictuados y todosquenoquieren compromiso y todos todos todos… ayyyy el monstruo mitológico otra vez! No, yo no era así… qué me estaba pasando? Me estaba convirtiendo yo en un monstruo también?
Tomé un poco de aire y ahí seguía el mensaje sin contestar. Bueno, algo le tengo que decir, pensé… qué quiere? Un café? Mmmmm  “Bueno dale” enviar.
Y me dije por qué no? Si, ya sé, mi declaración de principios… A decir verdad, nunca creí demasiado en esas cosas…